domingo, 8 de mayo de 2011

Le Parapluie

La pequena Caro es una amiga de parrandas con buen corazon. No nos vemos muy seguido y cuando nos vemos es para salir. Ir de fiesta, mejor dicho. Ir de fiesta a buscar un novio que nunca encuentra a dos horas de Miami. La historia se desenvuelve casi siempre de la misma manera: Viernes o Sabado por la tarde quedamos para salir a eso de las diez, Caro maneja una larga distancia, aparcamos en el mismo estacionamiento y saltamos de club en club con la esperanza de que su numero sea marcado por un hermoso hombre de cabellos dorados, piel palida y ojos color del mar. Lamentablemente el resultado siempre es el mismo: Saltamos de club en club, bailamos, y regresamos a casa, yo muy contenta de haber ligado con dos hombres que no me gustan y ella sin ningun nombre que recordar y sin ninguna llamada para esperar. Y siempre me pregunto... Porque seguimos frecuentando el mismo lugar? y mas aun, porque sus esperanzas son cada vez mas fuertes? Sera posible que a una edad la desesperacion por encontrar a alguien que escuche tu corazon por las noches este aun mas latente?
Sea cual sea la razon, lo seguimos haciendo y este Sabado se cruzaron los limites de lo imposible.
La calle de los clubs era tan familiar como siempre, aburrida casi. Lo mismo. Por esto, a Caro se le ocurrio ir a otra disco que quedaba aun mas lejos. Solo nos quedaba media hora antes de que cierre el lugar. Que se podia hacer en media hora? Conocer a un hombre alto, de mediana edad, escaso cabello y voz hipnotizante? Al parecer, eso es lo que paso. O mejor dicho, ese hombre me beso, aun no le conocia y me beso. Lo que mas me sorprendio es que en dos segundos ya intentaba conocerme. Yo me deje llevar. Intercambiamos numeros y me llamo. Me gusta tener su voz en mi oido y sentir que esta cerca. Tengo deseos de conocer mas de el, de lo que pude conocer en treinta minutos.

No hay comentarios: